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De acuerdo a la etimología, la semántica es un vocablo que podría ser un préstamo lingüístico de hebreo, debido a que en la lengua israelita las palabras señal o signo equivalen a “simán”. Está vinculado al concepto de comprensión lectora y además se refiere a los aspectos del significado, sentido o interpretación de signos lingüísticos que representan la simplificación de la complejidad de la vida en palabras. De allí es que tiene como utilidad hilar una historia editorial de principio a fin con fines de mercadeo.
Nuestra intención es escribir sobre la utilidad de manejar adecuadamente la semántica; en la elaboración de contenidos que tengan destino digital; y aunque parezca pesada la introducción al tema; tiene como propósito recalcar la importancia que debe tener para un redactor la cuidadosa investigación que debe hacer antes de la producción de contenidos. Simplemente si el escrito no posee un adecuado manejo de los recursos lingüísticos del lenguaje natural que utiliza, o no está sobre el andamiaje de la etimología de sus keyword o palabras claves, en poco ayudará al SEO en las labores de visualización y las maniobras para el marketing de contenidos quedarán restringidas.
Saber para quien se escribe
La semántica en los contenidos para web está relacionada a la terminología que rodea al keyword. Los estilos de redacción pueden ser muy audaces y dinámicos, pero si no se guardan dentro de la simpleza del mundo que gira sobre la palabra clave, poco o nada servirá para que satisfaga a los bots.
Los contenidos digitales tienen una estructuración formal desde el punto de vista de los códigos y de allí deriva la apariencia con los que se representan en la página web. Sobre estos detalles daremos un paso lateral para enfocarnos en la parte más minimalista de la palabra clave; que tiene que ver con los cálculos idiomáticos que orbitan alrededor de lo que deseamos concebir como un escrito.
La experiencia semántica para un redactor web se inicia con la concepción del keyword. La palabra clave es el embrión de la base semántica del contenido. Acudamos a un ejemplo. Si la necesidad es la elaboración de un contenido que aborde el tema de la “papiroflexia”, la primera recomendación es optar por un software de ranking de palabras claves como ‘keywordtool.oi’, ‘Answer The Public’ o ‘Keyword Planner Tool’ de Google, entre muchos, que con datos mesurados que indican frecuencia, te recomendará la palabra con semántica más eficiente para tu propósito. Para nuestro ejercicio en torno a la “papiroflexia” la palabra recomendada es “origami”.
Los editores de contenidos comprometidos con su oficio saben que no escapan de la tiranía que impone alinearse a un conjunto ordenado de operaciones sistemáticas que permite hacer un cálculo para incidir en la visualización. Hablamos del algoritmo. Para el idioma la gramática es la parte binaria de la operación y la semántica son sus campos.
Quedémonos con el ejemplo ubicado en el arte del plegado de papel sin usar tijeras ni pegamento y titulemos:
Origami: El arte japonés de la transmutación del papel.
Uno de los principales detalles que debemos cuidar es que la palabra clave esté ubicada en la parte más izquierda de la oración. En nuestro ejemplo lo hacemos de la forma más eficiente al colocarla al inicio del título.
También debemos tener especial cuido con la sinonimia como elemento cooperante y motorizador de la palabra clave. En nuestro caso debemos considerar los vocablos “papiroflexia”, “plegado”, “papel”, “esculturas”, “China”, “arte”, “diseño”, “fauna”, “flora”, “objetos”, “Akira Yoshizawa”, “Kade Cham”, “técnica”, “Sipho Mibona”, “vanguardia”, “Robert J. Lang”, “Goran Konjevod”, “paso a paso”, “cajas”, etc, etc, etec…
El listado de palabras anteriores puede representar nuestros campos secundario y terciario de la esfera semántica que estamos construyendo. Si se quiere, podría servir de guía para la investigación, porque en cada una de ellas se hallarán los insumos suficientes para construir una historia.
De allí que sea necesaria invocar la abstracción de la “pertinencia”, porque tanto la revisión humana de un contenido por intermedio de un “curador”, como el test de un bot, arrojaría resultados indeseados si en un contenido sobre “origami” encontramos palabras como motor, ingeniero, violencia, maltrato, sangre, difteria, calabozo, todos vocablos descontextualizados de la palabra clave con la que se inició la creación del contenido: Origami.
El entorno de la escritura
Dentro de nuestro esquema de coherencia podemos observar muchos recursos de la semántica; que nos pueden ayudar a la elaboración de un texto sin necesidad de grandilocuencia, pero no por minimalista, ordinario. La semántica y su comprensión ayudan a los redactores a dejar su huella en el texto. Si se logra el acto creativo, el contenido será único y tras ello se verán los reconocimientos tanto de máquinas como de humanos. Es así que quien escribe debe saber que tiene aliados semánticos en la “sinonimia”; que permite el uso de distintas palabras que tienen un significado igual o equivalente. También pueden optar por la “antonimia”; que es el caso diametralmente opuesto al anterior y que representa el reverso de lo que significa. La lista a investigar es larga y dejamos enunciadas otras herramientas como la “homonimia”, la “polisemia”, la “paronimia”, la “metonimia” y la “metáfora”.
Todos son recursos para la composición de contenidos ordenados; alineados a la palabra clave principal y que brindan coherencia y dimensión verosímil al texto solicitado. No podemos olvidar que la misión del redactor web es retratar con el lenguaje natural las realidades que atraen a las mayorías. Públicos en las redes sociales y plataformas digitales. La idea es que todos compartan una traducción exacta de lo que como consumidores de contenido son. No podemos descuidar que todo enunciado persigue en los usuarios activar los mecanismos de la aceptación social; para denotar al exterior lo que definen “como su estilo de vida”.