La latencia es ese fastidioso tiempo de espera entre que pulsas un botón y tu avatar realiza la acción que le has ordenado; ese silencio que parece larguísimo entre que terminas una frase y el interlocutor te contesta por teléfono. Quienes juegan on line lo saben de sobra. Lo padecen y le hacen en muchas ocasiones responsable de perder un combate o una partida.
Cuanto más lenta sea la comunicación y más antigua la tecnología, mayor latencia. De hecho, cada vez que ha habido un salto de tecnología en las comunicaciones móviles, se ha prometido el fin de la latencia y la instantaneidad de las comunicaciones. Ahora le toca el turno a la quinta generación, el 5G vuelve a prometer el final de la latencia (o casi) y la instantaneidad.
A la hoja de ruta de esta nueva tecnología le faltan todavía muchos pasos. La tecnología está ya disponible, pero todavía no hay un estándar definido, los estados no han adjudicado el espectro necesario, no se han producido las respectivas subastas y falta el despliegue físico de la red. Y, sin embargo, la hemos podido probar en Barcelona en el stand de Movistar.
Uno de los muchos usos
El manejo a distancia de máquinas es una de las aplicaciones de la tecnología aplicada en la red 5G: es necesario un gran ancho de banda y que no haya lapsos de tiempo entre que se le ordena una acción a una máquina y la ejecuta. Incluso hay posibilidades de pensar el controlar robots colaborativos para proporcionar soporte a muchas otras actividades humanas.
En la prueba, que sólo estuvo disponible durante el Mobile World Congress, han participado Telefónica, Ericsson, el Instituto Real Sueco de Tecnología y Applus Idiada. El reto era transmitir a distancia una gran cantidad de datos de manera prácticamente instantánea. Datos, por ejemplo, para reproducir en tiempo real el entorno en el que hemos conducido (un circuito con una pista marcada por bolos) en cuatro grandes pantallas con resolución 4K, e instantaneidad para que cuando movemos el volante, el coche tome la curva sin demora.
Fuente: El Mundo